JOSÉ MERCÉ, Nombre artístico de José Soto Soto. Jerez de la Frontera (Cádiz), 1955. Cantaor. Descendiente del mítico Paco la Luz y sobrino de El Sernita y El Sordera. Siendo niño cantor de la escolanía de la Basílica de la Merced, de ahí su nombre artístico, debutó con doce años en su tierra natal, actuando en los festivales Jueves flamecos, organizados por el guitarrista Manuel Morao. En 1970 es contratado para el Tablao La Cueva del Pájaro Azul, de Cádiz, junto a Rancapino, Juanito Villar y Pepa de Utrera.
Al año siguiente realiza su traslado a Madrid y realiza sus primeras grabaciones, ilustra una conferencia de Domingo Manfredi, en el Ateneo de Madrid, y entra a formar parte del Tablao Torres Bermejas, para pasar seguidamente a cantarle a1 Trío Madrid, formado por Mano Maya, El Güito y Carmen Mora, en sus actuaciones por diversos teatros de Madrid y Provincias.
Desde 1973 a 1983, pertenece a la compañía de Antonio Gades, con quién hace la película Bodas de sangre y recorre en varias ocasiones los escenarios de Europa y América. Tras algunas actuaciones con el Ballet Nacional, empiezan sus recitales en centros culturales, peñas flamencas y festivales, participando en los Cursos Internacionales de Arte Flamenco de la Cátedra de Flamencología y Estudios Folklóricos Andaluces, entidad que le otorga la Copa Jerez. En 1985, realiza una excelente campaña en los festivales andaluces y, en l986, obtiene en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba los premios La Serneta y Niña de los Peines, lo que supone su consagración y su presencia en los principales acontecimientos flamencos, entre ellos su selección para el II Concurso El Giraldillo del Cante, de la IV Bienal de Arte Flamenco Ciudad de Sevilla, clasificándose en segundo lugar.
Desde 1986 es figura del tablao madrileño El Café de Chinitas. Dominador de una gran gama de estilos, sobre todo los de Jerez, Cádiz y los Puertos y de Alcalá, Manuel Ríos Ruiz ha glosado así su personalidad artística.« Estamos, por una parte, ante un artista que desde sus inicios vislumbraba su destino, y que pese a su juventud, ha tenido ya una proyección brillante a la vez que difícil, a través de la cual fue forjándose profesionalmente para cuajar en un intérprete con amplio y profundo conocimiento de su arte. Y de otro lado, ante un cantaor inspirado en sus sentimientos más ancestrales, en las características más positivas, humanas y estéticas de su raza gitana. Es decir, ante un cantaor que reúne idealmente una serie de cualidades básicas para erigirse en una figura de relieve indiscutible, puesto que por añadidura posee una personalidad que sabe trasmitir a la afición española. José Mercé lleva intrínseca la raigambre de su familia -la gente de Paco la Luz- en la masa de la sangre. Y esa estirpe, su duende y su sonido, le aflora cuando canta y desde ella estremece y conmueve con sus matices y tragirrabia.
Mas debemos añadir algo sumamente sustancial y bien significativo: no se ha contentado con el don del eco, sino que se ha preocupado de adquirir sabiduría artística, ha sabido plantearse lo que es ser un artista y darle sentido a su vida en torno a tan capital ideal, en aras de su arte ingénito y natural. Y este es un concepto que no todos tienen la capacidad de asumir y culminar. José Mercé, en un momento dado, ha poseído la suficiente clarividencia para afrontar las dificultades y sacrificios que el flamenco, como todo arte verídico, entraña.... José Mercé está en esa línea de superación precisa y continua. Lo atestigua su triunfo en el más riguroso de los concursos flamencos que conocemos, el Concurso Nacional de Córdoba, por partida doble.
El Niño de la Albarizuela
Al año siguiente realiza su traslado a Madrid y realiza sus primeras grabaciones, ilustra una conferencia de Domingo Manfredi, en el Ateneo de Madrid, y entra a formar parte del Tablao Torres Bermejas, para pasar seguidamente a cantarle a1 Trío Madrid, formado por Mano Maya, El Güito y Carmen Mora, en sus actuaciones por diversos teatros de Madrid y Provincias.
Desde 1973 a 1983, pertenece a la compañía de Antonio Gades, con quién hace la película Bodas de sangre y recorre en varias ocasiones los escenarios de Europa y América. Tras algunas actuaciones con el Ballet Nacional, empiezan sus recitales en centros culturales, peñas flamencas y festivales, participando en los Cursos Internacionales de Arte Flamenco de la Cátedra de Flamencología y Estudios Folklóricos Andaluces, entidad que le otorga la Copa Jerez. En 1985, realiza una excelente campaña en los festivales andaluces y, en l986, obtiene en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba los premios La Serneta y Niña de los Peines, lo que supone su consagración y su presencia en los principales acontecimientos flamencos, entre ellos su selección para el II Concurso El Giraldillo del Cante, de la IV Bienal de Arte Flamenco Ciudad de Sevilla, clasificándose en segundo lugar.
Desde 1986 es figura del tablao madrileño El Café de Chinitas. Dominador de una gran gama de estilos, sobre todo los de Jerez, Cádiz y los Puertos y de Alcalá, Manuel Ríos Ruiz ha glosado así su personalidad artística.« Estamos, por una parte, ante un artista que desde sus inicios vislumbraba su destino, y que pese a su juventud, ha tenido ya una proyección brillante a la vez que difícil, a través de la cual fue forjándose profesionalmente para cuajar en un intérprete con amplio y profundo conocimiento de su arte. Y de otro lado, ante un cantaor inspirado en sus sentimientos más ancestrales, en las características más positivas, humanas y estéticas de su raza gitana. Es decir, ante un cantaor que reúne idealmente una serie de cualidades básicas para erigirse en una figura de relieve indiscutible, puesto que por añadidura posee una personalidad que sabe trasmitir a la afición española. José Mercé lleva intrínseca la raigambre de su familia -la gente de Paco la Luz- en la masa de la sangre. Y esa estirpe, su duende y su sonido, le aflora cuando canta y desde ella estremece y conmueve con sus matices y tragirrabia.
Mas debemos añadir algo sumamente sustancial y bien significativo: no se ha contentado con el don del eco, sino que se ha preocupado de adquirir sabiduría artística, ha sabido plantearse lo que es ser un artista y darle sentido a su vida en torno a tan capital ideal, en aras de su arte ingénito y natural. Y este es un concepto que no todos tienen la capacidad de asumir y culminar. José Mercé, en un momento dado, ha poseído la suficiente clarividencia para afrontar las dificultades y sacrificios que el flamenco, como todo arte verídico, entraña.... José Mercé está en esa línea de superación precisa y continua. Lo atestigua su triunfo en el más riguroso de los concursos flamencos que conocemos, el Concurso Nacional de Córdoba, por partida doble.
El Niño de la Albarizuela
Datos extraidos del Diccionario Flamenco
de Jose Blas Vega y Manuel Rios Ruiz
Cinterco - 1985.
Foto: Rafael Manjavacas 4/2008
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