Juan Pinilla y Patricia Guerrero honran la memoria de 'Charico'
18.02.08 -
JOSÉ MANUEL ROJAS
Hay grandes espectáculos flamencos con grandes nombres y precios elevados a los que la sociedad asiste por el llamado interés general y la foto de recuerdo para poder decir aquello de 'yo estuve viendo a'. Más allá hay un mundo de aficionados que hubiesen pagado el triple por disfrutar de la noche del sábado en La Chumbera.
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Las instituciones granadinas parecen desconocer que una de las voces más prometedoras de la tierra murió el pasado tres de enero. 'Charico' y su familia merecen un homenaje, de esos de foto, de teatro lleno y sobre todo de arte y no de cuento. Juan y Patricia se aliaron con la Alhambra y ofrecieron, cada uno en su arte, su homenaje a la memoria del cantaor. Bellos versos sobre falsos amigos y verdadero cante; bellos giros y sobriedad en un baile solemne.
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Se quedaba Patricia acompañada atrás por Luis Mariano, M. Heredia, Juan Ángel Tirado y su madre, Carmen Guerrero. Engalanada en un traje rojo apagado volvió a demostrar que su baile gusta igualmente a aficionados que a ajenos al mundo del flamenco. A los primeros, los conquista porque bebiendo de antaño y con menos de 18 años ya va cuajando un estilo propio, donde las manos acarician el espacio y sus pies se arrastran al cielo en cada uno de sus quiebros. A los curiosos, porque sus maneras son estéticas, ágiles y rítmicas, con un taconeo que no molesta al oído y que no interrumpe por muchos giros que dé. El estudio de la hija de bailaora y futbolista da cada día mejores resultados y mayor número de aplausos. El Albaicín tiene figura para rato.
Se quedaba Patricia acompañada atrás por Luis Mariano, M. Heredia, Juan Ángel Tirado y su madre, Carmen Guerrero. Engalanada en un traje rojo apagado volvió a demostrar que su baile gusta igualmente a aficionados que a ajenos al mundo del flamenco. A los primeros, los conquista porque bebiendo de antaño y con menos de 18 años ya va cuajando un estilo propio, donde las manos acarician el espacio y sus pies se arrastran al cielo en cada uno de sus quiebros. A los curiosos, porque sus maneras son estéticas, ágiles y rítmicas, con un taconeo que no molesta al oído y que no interrumpe por muchos giros que dé. El estudio de la hija de bailaora y futbolista da cada día mejores resultados y mayor número de aplausos. El Albaicín tiene figura para rato.
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Juan Pinilla salió pidiendo un aplauso para el Sacromonte y recordando que no debemos permitir la especulación inmobiliaria en los bellos parajes granadinos. Pese al calor reinante y los piropos del sector femenino no se dignó a quitarse la chaqueta. Abrió por marianas de temática jornalera con un timbre agudo y sosegado que retiró para endurecerse en temporeras, un cante que explicó conocer por su maestro, Manolo Ávila, y Rogelio Peña en el entorno de Montefrío.
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Junta y minas
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Reivindicativo con los aspectos sociales no lo pudo ser menos con la injusticia de que la Agencia Andaluza del Flamenco haya dejado fuera a los artistas ganadores de La Unión del ciclo Flamenco Viene del Sur. Dedicó la caña a los presentes y pasó a una preciosa pieza donde Luis Mariano bordó una composición clásica de Enrique Mejía acompañada por un precioso texto de Miguel Hernández.
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Los cantes mineros, que tan buen resultado le han dado en los concursos, tuvieron su sitio en una murciana y una levantica unidas por una bellísima transición de guitarra. El cierre fue parecido al que hace unos días protagonizó en el Festival a favor de Proyecto Hombre; malagueña, esta vez de Chacón, y una ruta de cantes abandolaos, con paradas en el fandango de Almería, el fandango 'robao' de la costa granadina, la calidez de Juan Breva en Málaga, la filosofía popular de Huelva y Córdoba y el remate del sereno durmiente granadino.
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Patricia volvió a salir con un traje de cola rosa para cerrar el espectáculo con unas alegrías que causaron revuelo al ver una estampa tan bella como la de la joven con el vestido levantado por debajo de la rodilla y guiñando al respetable. Pinilla jaleaba desde detrás de las cortinas y el público respondió con su aprobación al salir ambos a saludar como ya hicieran en La Unión.
Patricia volvió a salir con un traje de cola rosa para cerrar el espectáculo con unas alegrías que causaron revuelo al ver una estampa tan bella como la de la joven con el vestido levantado por debajo de la rodilla y guiñando al respetable. Pinilla jaleaba desde detrás de las cortinas y el público respondió con su aprobación al salir ambos a saludar como ya hicieran en La Unión.
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