Daniel López Vicente: Daniel Méndez, nació en Sevilla el 6 de septiembre de 1981, aunque toda su vida ha residido en Morón de la Frontera. A los doce años se matriculó en el conservatorio municipal de música de esta localidad y, aunque su primera intención fue estudiar piano, termina optando por la guitarra. Al ser Morón un pueblo en el que la guitarra flamenca tiene "denominación de origen", empieza a sentir el gusanillo del flamenco y a plantearse la necesidad de buscar maestro. Quiso tomar clases con Manolo Morilla -junto a Diego del Gastor, uno de los maestros locales más importantes- que, dada su avanzada edad, delega en su alumno Alfonso Clavijo. Al poco tiempo, empieza a estudiar con el propio Manolo Morilla quien, sin darle oficialmente clases, se entusiasma con un joven tocaor en el que cree ver una futura promesa. Así le llega el momento de comenzar a investigar, tocando a cantaores. Se producen los primeros contactos con peñas flamencas de las cercanías y advierte una gran necesidad: tocar para el baile. La academia de Matilde Coral se convierte en su segunda escuela y el bailaor Manuel Corrales, El Mimbre, y el cantaor Curro Fernández en sus maestros. Comienza a compaginar el toque para el baile con la composición y el toque de concierto, labor que lo lleva a visitar los más importantes concursos de guitarra flamenca. A lo largo de este recorrido ha cosechado premios como los de Hospitalet, Calasparra (Murcia) o el de la Federación de Peñas Flamencas de Sevilla. Asimismo, ha sido finalista en concursos como el de Las Minas de La Unión y de la Bienal de Flamenco 2002. Daniel Méndez entra en el circuito de las grandes compañías flamencas de la mano de Antonio Canales. Además, interviene en el montaje ‘Rinconete y Cortadillo’ de Javier Latorre, donde interpreta música compuesta por Juan Carlos Romero. Con Daniel Méndez, la sonanta de Morón abre la puerta a una etapa en la que la técnica y la armonía ocupan un papel tan importante como el rudimentario toque a cuerda pelá y el abundante uso del pulgar sobre las graves.
Foto: Javier Hurtado