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Se trasladó a España para profundizar en su conocimiento del flamenco. Allí estudió con Victoria Eugenia, Enrique el Cojo, Matilde Coral, Pedro Azorín y Paco Fernández. En 1967 ingresó en la compañía de Rafael de Córdova. Dos años después, Yoko ya dirigía su propio ballet, donde, aparte del flamenco tradicional, incluyó coreografías sobre músicas de compositores españoles.
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Su labor difusora del arte flamenco ha sido reconocida en múltiples ocasiones, como en el Festival de Cante Jondo de Mairena en 1975, con la Insignia de Oro de la ciudad de Córdoba en 1977 y con el Lazo de la Orden de Isabel la Católica, concedida por Juan Carlos I, Rey de España, también en 1977.