Las ocurrencias a que aspiran estas mal hilvanadas letras, NO van dirigidas a los ya iniciados en eso que llamamos flamenco; palabra ésta cuyo origen será tratado en otro articulejo. No son, pues ellos los destinatarios; mucho menos a los que de cante tanto entienden.
Si alguien las leyera de los que no tengan ni idea de esa trilogía, cante, toque y baile, hasta puede resultarles curioso el contenido de lo que he empezado a llamar ocurrencias.
Porque……..Digo yo. ¿Quién no ha oído alguna vez eso de “Cante Grande y Cante Chico” o aquello otro de “cantes adelante y cantes de atrás”?
Insisto en la idea que no tratan estas palabras de enseñar a los que de esto saben. NO; intentan ir promocionando entre los simpatizantes de ésta recién nacida “Asociación Cultural”, el sentido de algunas frases que nos suenan, pero cuyo significado anda un poco en penumbra. Tampoco tiene el escrito el fin de invalidar la división del cante en Grande y Chico, sino poner de manifiesto que la tal división es muy relativa, muy de segunda clase. Sería tanto como valorar un cuadro por sus dimensiones, o una poesía por la cantidad o por la dificultad en los cánones de sus versos. La calidad del Cuadro, del Poema, dependen sobre todo de la calidad del pintor o poeta, importando muy poco el tema, la forma y el tamaño con que esa calidad se nos presenta: Lo que cuenta es el hombre, el intérprete.
Ante ésta afirmación podría oponerse la opinión de aquellos que afirman que una sardina siempre será sardina y una merluza siempre merluza: Olvidan los que así piensan que tanto uno como otro pescado tendré siempre el sabor que el cocinero sepa o pueda aderezarle. Resumiendo, más que Cantes Grandes y Cantes Chicos. Hay cantaores grandes y cantaores chicos:
Si alguien las leyera de los que no tengan ni idea de esa trilogía, cante, toque y baile, hasta puede resultarles curioso el contenido de lo que he empezado a llamar ocurrencias.
Porque……..Digo yo. ¿Quién no ha oído alguna vez eso de “Cante Grande y Cante Chico” o aquello otro de “cantes adelante y cantes de atrás”?
Insisto en la idea que no tratan estas palabras de enseñar a los que de esto saben. NO; intentan ir promocionando entre los simpatizantes de ésta recién nacida “Asociación Cultural”, el sentido de algunas frases que nos suenan, pero cuyo significado anda un poco en penumbra. Tampoco tiene el escrito el fin de invalidar la división del cante en Grande y Chico, sino poner de manifiesto que la tal división es muy relativa, muy de segunda clase. Sería tanto como valorar un cuadro por sus dimensiones, o una poesía por la cantidad o por la dificultad en los cánones de sus versos. La calidad del Cuadro, del Poema, dependen sobre todo de la calidad del pintor o poeta, importando muy poco el tema, la forma y el tamaño con que esa calidad se nos presenta: Lo que cuenta es el hombre, el intérprete.
Ante ésta afirmación podría oponerse la opinión de aquellos que afirman que una sardina siempre será sardina y una merluza siempre merluza: Olvidan los que así piensan que tanto uno como otro pescado tendré siempre el sabor que el cocinero sepa o pueda aderezarle. Resumiendo, más que Cantes Grandes y Cantes Chicos. Hay cantaores grandes y cantaores chicos:
“No hay Cante chico ni grande
Lo que cuenta es la grandeza
De quién lo vive en sus carnes”.
O dicho de otro modo:
Porque los Cantes no entienden
ni de grandes ni de chicos
si no decirlos con duende”.
Tanto daño, estragos y confusión ha creado la clasificación de Cante Grande y Cante Chico, como la creencia tan generalizada de suponer que lo que llamamos Flamenco es significativo de jolgorio, juerga, bullería,…..Cuando realmente, es todo lo contrario.
Y siguiendo con la idea de irnos poniendo en camino para familiarizarnos con uno de nuestros fines de la Asociación, es aclarar ese dicho de “Cantes de adelante y Cantes de atrás”. Ya Demofilo (Antonio Machado Álvarez), padre de Antonio y Manuel Machado Ruiz, considerado el primero y más grande de cuantos folkloristas ha dado nuestra Historia, denominaba “Cantes de alante” a aquellos en que el cantaor pasaba a primer término, erigiéndose en el protagonista del hecho flamenco, y casi nunca se acompañaba de baile, y si éste hacía presencia, era solamente para ilustrar, dar realce y adornar la actuación del cantaor. El aire del local se hacía espeso y lleno de respeto.
Por su parte, en los “Cantes de atrás” cambiaba el ambiente, era el momento de las tonaíllas, el cantaor al fondo del tablao entonando sus tonaíllas: Los palmeros con sus requiebros echaban sal a la fiesta.
No quisiera dejarme en la pluma, solicitar mil perdones a quienes puedan ver en estas dos pinceladas algo de pedantería; es simplemente el regusto de complacer a quienes algo parecido a estas ocurrencias me piden. Con sumo gusto lo hago.
Juan Gómez García.
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